¿Prefieres vivir aislado del mundo para que no te hagan daño?
Por diversas situaciones, malentendidos, porque nuestro entorno no acepta cómo somos, o simplemente porque estamos cansados de esta vida, nos aislamos para protegernos y que no nos hagan daño.
Es una soledad autoimpuesta, que nos mantiene lejos del conflicto y de la interactuación con los demás, dando una falsa sensación de protección y bienestar porque pensamos que así no nos pueden hacer daño.
Pero este aislamiento nos impide interactuar con el mundo físico que vemos, y también con el que no vemos, con nuestra parte energética, ya que lo que estamos haciendo en realidad es crear muros energéticos invisibles que que impiden cualquier intercambio con el exterior.
Nuestras opiniones no se tienen en cuenta, las oportunidades se nos escapan de las manos, e incluso la gente pasa por nuestro lado y es como si no nos vieran.
Esta clase de defensas, que en algún momento resultaron positivas, pero que a la larga nos aíslan, impiden por completo el normal desarrollo de todo nuestro ser, ya que no solo impide el intercambio de la negatividad del exterior, sino que también bloquea todo lo positivo que pueda venir de fuera, dejándonos literalmente encerrados en nuestro mundo, y sin la posibilidad de sacar toda nuestra negatividad y frustación, que también quedan atrapadas junto a nosotros.
Es cierto que, ante situaciones desagradables, podemos crear nuestras defensas para no sentirnos atacados, pero pasado el mal trago, debemos deshacerlas de forma conciente para que no cristalicen, dejándonos encerrados en nuestro mundo sin posibilidad de crecimiento.
Debemos interactuar con esta realidad, porque si no lo hacemos, estamos frenando nuestro desarrollo y evolución, y sobre todo, nos estamos perdiendo todas las cosas maravillosas que nos ofrece la vida.
La terapia energética, con sus diferentes disciplinas, busca estos muros, los encuentra y los elimina. Pero no vamos a estar desprotegidos a partir de ese momento, sino que también nos enseña a ser conscientes de nosotros, a aplicar defensas energéticas si las necesitamos, y a interactuar de una forma sana con la realidad, para que, a partir de este momento, podamos sacar todo el potencial que tenemos y disfrutar del privilegio de estar vivos.
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